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Docente de Comunicación y Cátedra Vallejo en la Universidad César Vallejo de Trujillo. Especialista de Comunicación en el PRONAFCAP-Indoamérica

jueves, 3 de noviembre de 2011

ENSEÑANDO LA COMPRENSIÓN EN EL AULA

Hoy en día, con el avance de la ciencia y la tecnología, las instituciones educativas y los estudiantes demandan de docentes  capacitados y actualizados para enseñar la comprensión de la información y el conocimiento en el aula.
En el contexto de la investigación acción John. Elliot (1988), a partir de finales de la década de 1970,  considera que la educación es un proceso en el que los alumnos desarrollan sus potencialidades mediante el uso de estructuras públicas del conocimiento para construir su comprensión de las situaciones de la vida.
Mientras que para Stenhouse que la educación comprende: entrenamiento, como fórmula adecuada para desarrollar habilidades; instrucción, como proceso para adquirir y retener información; iniciación, como procesos para adquirir normas y valores sociales; indicios, como proceso que facilita el acceso al conocimiento y pensamiento de nuestra cultura.
Hoy en día, quizá la realidad educativa es que somos profesores del s. XX, que tenemos conocimientos del s. IXX, enseñando a estudiantes del siglo XXI. Esta situación nos lleva a plantear que la enseñanza y comprensión de la información en el aula debe ser analizada, puesto que tenemos como estudiantes a los que podríamos contextualizarlos dentro de la generación google. Es decir, todos aquellos estudiantes nacidos después del año 1993, puesto que este año se considera la aparición del primer navegador. Puesto que estos estudiantes tiene un teléfono móvil, un aipod, el chat, el twitter, hi5, Facebook. Aquí aparecen dos mundos que necesitan presentar actividades de enseñanza para comprensión en el aula.
 En la práctica educativa no hay actividades indiferentes que adquieran su sentido en función del objetivo externo personal que el estudiante pretende alcanzar. Por el contrario, el significado personal de las tareas e intercambios en los que se implican los alumnos, es el que va definiendo paulatina pero progresivamente el sentido y calidad del desarrollo de los diferentes aspectos de su personalidad. Cuando los alumnos gastan su tiempo en la realización de actividades en el aprendizaje de contenidos en los que no encuentran sentido propio sino como instrumentos para adquisición de objetivos más o menos lejanos, pero se están “formando”, están consolidando una forma de concebir la realidad y su intervención en ella como meros instrumentos al servicio de fines y objetivos impuestos de modo más o menos sutil desde fuera.

Esta información nos lleva a afirmar que en la educación se debe organizar condiciones de trabajo e intercambio entre los alumnos, la realidad y el profesor que provoquen sin restricciones el flujo de ideas, el contraste de pareceres, la búsqueda de evidencia, la proliferación de hipótesis, el análisis, la evaluación y reformulación de estrategias, entre otros.
Para Kemrris, considera la comprensión reconstrucción simple (demostrativa) y la comprensión reconstructiva global (connotativa). Esta última implica la capacidad de situar la información en el marco de ideas y procedimientos que estructura el pensamiento en el seno de la discipplina concreta.
Es decir, los niños de la sociedad industrializada y tecnológica se encuentran en un contexto de desarrollo saturado de información. Por ello, los aprendices se presentan a la escuela con fuertes preocupaciones sobre la mayoría de las situaciones y procesos que constituyen su vida diaria, sobre el mundo, los objetos, animales, personas, instituciones, sentimientos e ideas, gracias a la internet y a su aipod.
Asi que, frente a esa situación, el papel de las instituciones educativas y la práctica educativa más que transmitir y ofrecer información, debe situarse en el proceso de reconstrucción del conocimiento.
En la práctica pedagógica debe proponerse la problematización, el análisis y renovación de aquellas pre-concepciones cargadas de información érronea o distorsionada y acrítico que van adquiriendo los estudiantes de su entono social.
El niño y con frecuencia también el adulto, lógicamente pierden el hilo conductor implícito que confiere sentimientos de información que reciben de un modo continuado a través de los medios de comunicación social.
En el bosque de información social fragmentario érroneo que el niño va acumulado en su historia personal se van infiltrando en esquemas de relación y organización donde los antivalores ya no son borrados ni reelaborados. Es decir, estos quedan fijados en la memoria de una manera equivocada.
Por tanto, reconstruir el conocimiento en el aula no requiere de la aproximación de conceptos, principios y teoría, sino incorporar a la memoria del estudiante un proceso en el que descubra y experimente la información, las ideas, los valores y las conductas de manera correcta.
El aprendizaje significativo, por tanto, debe ser relevante para el alumno. Esto quiere decir que se debe involucrar individual y colectivamente al estudiante en el proceso educativo del aprendizaje para la comprensión y la acción de su entorno.
Siendo el profesor uno de los elementos de este proceso, no puede ser concebido como un simple ténico pedagógico, sino la práctica educativa debe ser un auténtico proceso de investigación.
En conclusión, el docente debe: elaborar, experimentar y redefinir los modos de intervención en virtud de los procesos de investigación en el medio natural (aula) para enseñar la comprensión de la información y el conocimiento.